Informe: Rueda de Casino

Crónica de una pasión cubana que gira alrededor del mundo

Pocas manifestaciones culturales combinan con tanta naturalidad el movimiento del cuerpo, el ritmo de la música y la conexión humana como lo hace la Rueda de Casino. Esta forma de baile colectivo, nacida en Cuba a mediados del siglo XX, no es solo una expresión artística: es un lenguaje compartido, donde cada paso es parte de un engranaje y cada giro es una chispa de complicidad.

Este trabajo pretende ser un homenaje y una defensa. Es un intento de poner en valor lo que muchas veces se transmite de boca a oído y de pareja en pareja, para que la Rueda de Casino no deje de girar y para que no se olvide de dónde viene.

Espero que disfrutes tanto leyéndolo, como he disfrutado yo preparándolo.

Cuando el baile se volvió rueda: la historia que giró desde Cuba al mundo.

Esta primera parte explora cómo nació y se expandió la Rueda de Casino, desde los clubes sociales habaneros hasta convertirse en una pasión nacional y, más tarde, internacional. Se aborda su vínculo con el Son Cubano y su evolución coreográfica y social.

1. La Rueda de Casino: un baile de conexión y energía colectiva

¿Existe un baile capaz de transmitir la alegría, la complicidad y la energía compartida de un grupo en movimiento? Si es así, ese baile es, sin duda, la Rueda de Casino.

Nacida en Cuba, esta modalidad no es solo una danza: es una de las manifestaciones más vibrantes de la cultura popular cubana y un fenómeno social que une a las personas en una sincronía contagiosa, donde la diversión se multiplica y se comparte.

Desde su origen, entre 1945 y 1950, en el Casino Deportivo de La Habana, la Rueda de Casino comenzó a expandirse rápidamente por otros salones y clubes sociales de la ciudad. Ya en la segunda mitad del siglo XX, antes de 1960, la práctica se había extendido por toda la isla, convirtiéndose en una auténtica pasión nacional. Era común ver cómo una rueda se bailaba dentro de otra, y esta, a su vez, dentro de una más, formando una estructura envolvente y dinámica que parecía no tener fin.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1960, la posterior diáspora llevó consigo la Rueda de Casino más allá de las fronteras. Así, esta forma de baile se expandió por el mundo, manteniendo intacta su esencia: un cantante que marca los cambios de figura —ya sea con la voz o mediante señas— y un grupo de parejas que gira, intercambia y se mueve al ritmo de una euforia compartida.

Pero más allá de la técnica, la Rueda de Casino es una celebración del baile como lenguaje universal. Es una invitación a formar parte de una comunidad donde cada paso, cada giro y cada cambio de pareja van acompañados de sonrisas que refuerzan la magia de la conexión entre los bailadores.

2.- Origen de la Rueda de Casino

La Rueda de Casino surgió en uno de los aristocráticos casinos de La Habana: el Casino Deportivo de La Habana, en una época marcada por la segregación racial y la discriminación por clases sociales. Se bailaba principalmente los sábados por la noche y los domingos por la tarde, aunque también podían celebrarse fiestas con baile en otros días de la semana.

Pero no podemos seguir hablando de la Rueda de Casino sin mencionar especialmente al Son Cubano, y como valor añadido al Cha-cha-chá, al Bolero, al Danzón, a la Conga, al Mambo y al Guaguancó, modalidades cubanas que ya se bailaban en aquellos años.

La Rueda de Casino nació en los tiempos de los mambos de Pérez Prado y del auge de conjuntos y orquestas, como el Conjunto Casino, la Havana Riverside, la América o la Aragón. En la radio sonaban voces como las de Benny Moré, Nat King Cole, Frank Sinatra y Lucho Gatica, junto a los rock and rolls de Elvis Presley y Bill Haley, o los boogies y beguines de Glenn Miller y Benny Goodman.

Benny Moré, Nat King Cole, Frank Sinatra y Lucho Gatica
De izquierda a derecha: Benny Moré, Nat King Cole, Frank Sinatra y Lucho Gatica

En lo político y social, Cuba llevaba medio siglo de independencia de España. Había sufrido dos ocupaciones militares estadounidenses, numerosas huelgas, revueltas y golpes de estado. Con Fulgencio Batista en el poder, la isla parecía un paraíso, especialmente para los norteamericanos que se movían por ella como si fuera su casa.

En ese contexto de aparente esplendor, el empresario y político cubano Alfredo Hornedo Suárez —senador por el Partido Liberal— intentó ingresar como miembro en el Havana Yacht Club, pero no fue admitido por no ser blanco. Hornedo era mulato, y respondió a este desaire fundando su propio casino: el Casino Deportivo de la Habana, en el barrio de Cerro de esta ciudad. Este nuevo club, reservado a un grupo selecto, contaba con piscina olímpica, canchas de pelota vasca, pistas de tenis, áreas para baloncesto y voleibol, campos de equitación y de tiro al blanco, y salones para actividades culturales como el baile.

Tuvo tanto éxito que más adelante fundó un segundo club, aún más prestigioso: el Casino Deportivo de La Habana, en el barrio de Miramar, al que se le añadieron el Hotel Rosita de Hornedo y el imponente Teatro Blanquita —el mayor del mundo en su momento, con 6.600 butacas—, ambos de su propiedad. Estaba ubicado en la Avenida 1ª con Calle 8 (número 608), junto al mar, donde se habilitó un balneario natural en aguas del Golfo de México.

Casino Deportivo de Miramar
Casino Deportivo de Miramar

Ambos clubes fueron fundados como respuesta al rechazo sufrido por Hornedo, pero paradójicamente, él mismo impuso normas de exclusión: no se permitía el ingreso a personas negras o de clases bajas, salvo si eran invitadas por miembros. A diferencia de otros clubes, sí se aceptaba sin restricciones a personas de la comunidad judía habanera.

En Cuba, el término “casino” no aludía solo a las casas de juego. También designaba clubes deportivos, asociaciones culturales, agrupaciones sociales y círculos de baile. El Casino Deportivo de Miramar no era un centro de juegos de apuestas, sino un club recreativo en el que las familias pudientes organizaban sus eventos y bailes, siempre con orquesta en vivo. Allí se bailaban géneros musicales cubanos como el Son, el Cha-cha-chá, el Bolero, el Danzón, la Conga, el Mambo y el Guaguancó, y más tarde surgió una nueva modalidad llamada “Rueda de Casino”, que se empezó a enseñar allí mismo, donde surgió como novedad.

Al principio, los profesores trabajaban con grupos reducidos, pero estos fueron creciendo hasta reunir ruedas de 80, 100 e incluso 150 parejas. Las exhibiciones atraían a gente de todas partes de Cuba.

Este éxito impulsó la creación de normas internas: asistencia obligatoria, códigos de conducta, vestimenta y otros requisitos, de los que hablaremos más adelante.

Pocos años después, el 1 de enero de 1960, triunfó la Revolución Cubana y en mayo de 1961, los casinos privados, como los dos de Alfredo Hornedo, y otros muchos, fueron intervenidos y nacionalizados como parte de un proceso de redistribución de la propiedad, cuyo objetivo era poner al alcance del pueblo los espacios antes reservados a una élite.

Los clubes fueron convertidos en casas de cultura, círculos sociales obreros, escuelas, bibliotecas o centros deportivos, todos ellos con carácter público y no privado. En algunos casos, los nombres se cambiaron por otros más acordes con los nuevos valores de carácter comunista.

Los casinos dejaron de llamarse así, no porque la palabra estuviera prohibida, sino porque ese concepto estaba asociado a «privilegio», «elitismo» o «burguesía», ideales opuestos al nuevo discurso revolucionario.

Así, el Casino Deportivo de Miramar fue transformado en el Círculo Social Cristino Naranjo Vázquez, en honor a un comandante revolucionario del grupo del Che Guevara.

Sin embargo, la Rueda de Casino no cambió de nombre y siguió llamándose así.

Este cambio en el club provocó la dispersión del profesorado hacia otros espacios. Uno de ellos fue la Asociación Española Los Curros Enríquez y otro el Círculo Social Obrero Patricio Lumumba, donde la Rueda de Casino siguió creciendo y desarrollándose. Poco a poco, fue expandiéndose a otros centros de todo el país.

Con el tiempo, como ya podía acceder cualquier persona a estos clubes, sin excepciones, todo el mundo podía también aprender lo que se enseñaba en ellos, por lo que la rueda comenzó a expandirse y bailarse en espacios más informales: plazas públicas, fiestas populares, carnavales… En los barrios más humildes ya no se exigía vestimenta específica ni calzado adecuado. Tampoco se mantenían las normas iniciales. Pero el espíritu de la rueda no se perdió, permaneció.

Con la diáspora cubana posterior a la Revolución, casi dos millones de personas abandonaron la isla en seis grandes oleadas migratorias. La más reciente, entre 2022 y 2024, ha sido la mayor: más de 850.000 personas emigraron hacia países como Estados Unidos, México y España. Este éxodo ha provocado un fuerte impacto demográfico: envejecimiento poblacional, pérdida de fuerza laboral joven, y nuevos desafíos económicos y sociales.

Pero al margen de estas consecuencias, muchas de estas personas siguieron llevando en su equipaje cultural la Rueda de Casino, que continúa ilusionando y enamorando a tantas personas en todos los rincones del mundo. Y hoy, la Rueda de Casino conserva muchas de sus reglas básicas, con la ventaja de ser mucho más abierta, inclusiva y dinámica. Este es el reflejo vivo de la diversidad cultural que sigue caracterizando al baile cubano.

Hablemos con propiedad

Fue en el Casino Deportivo de Miramar donde comenzó a tomar forma lo que hoy conocemos como “Rueda de Casino”, nombre original y legítimo, a menudo mal llamado “Rueda Cubana”. Ese nombre se lo dieron sus propios creadores, quienes empezaron a desarrollarla precisamente en dicho casino. Allí se impartían clases de baile en las que los profesores —a partir de las figuras del Son Cubano— comenzaron a construir nuevas combinaciones adaptadas a la dinámica circular.

Muchas personas, especialmente fuera de Cuba, desconocen el verdadero origen del término “casino” en el contexto de la rueda. Para quienes no están familiarizados con la historia del Casino Deportivo de La Habana —el lugar donde nació este estilo de baile—, la expresión “Rueda de Casino” puede resultar confusa o ambigua. Por eso, en otros países, es común que se utilice la expresión errónea “Rueda Cubana”, una alternativa que puede parecer más intuitiva o cómoda, pero que resulta menos precisa.

Es importante aclarar que la Rueda de Casino no es un género musical, sino una modalidad de baile que se ejecuta con música de Son Cubano, la música que hoy muchas personas identifican como Salsa.

Ahora bien, el término “Son Cubano” se aplica tanto a un género musical como a una modalidad de baile. Aclaremos esto: La música del Son Cubano puede bailarse de distintas maneras:

  • Como “Son Cubano”, en su estilo tradicional. Y en su estilo moderno, que hoy se denomina “Salsa”.
  • Como “Rueda de Casino”, la forma grupal que estamos explorando.
  • Como “Casino”, una modalidad en pareja, que se desarrolló posteriormente a la Rueda de Casino.

3.- Evolución de la Rueda de Casino

Hacia mediados del siglo XX, los profesores de baile, en sus clases de Son Cubano, enseñaban las figuras propias de ese estilo utilizando, como es lógico, música del mismo género. Como sucede en cualquier otro baile, pues cada estilo de baile tiene su música correspondiente.

Todo parece indicar —o al menos eso se cree— que estos profesores comenzaron a emplear en la enseñanza una formación circular de parejas, y fue en ese contexto donde se inició una fusión interesante: a las figuras propias del Son Cubano comenzaron a añadir otras propias del Danzón, algunas de las cuales ya se utilizaban en las Fiestas de los 15 años, unas celebraciones que marcaban el paso simbólico de niña a mujer.

Así, esta combinación de figuras del Danzón aplicadas a la música del Son Cubano y en disposición circular dio lugar a lo que se empezó a llamar “Rueda de Casino”: “rueda” por su disposición en círculo, y “casino” porque se bailaba exclusivamente en ese casino, y no en ningún otro lugar, ya que era una novedad y nació allí. Posteriormente sí se comenzó a bailar en otros lugares.

Las nuevas figuras introducidas en la Rueda de Casino, ya tenían sus propios nombres en el Danzón y si alguna no lo tenía, los profesores se encargaban de ponerle nombre. Posteriormente se añadieron otras figuras inventadas por ellos y también se incorporaron figuras de otros bailes con raíces en el Son Cubano, como el Guaguancó, el Bolero, el Mambo y el Cha-cha-chá, pues todos estos estilos procedían de un mismo tronco —el Son Cubano— y aunque cada uno se bailaba de forma distinta, aportaron elementos únicos que fueron enriqueciendo la Rueda de Casino.

Pero esta creatividad no acababa ahí, pues se tomaron figuras de otros bailes no cubanos. Se incorporó, por ejemplo, la figura “Dile que no”, procedente del Rock and Roll, baile que ya comenzaba a ponerse de moda en Cuba. Esta figura encajaba bien en el Son Cubano, ya que ambas modalidades de baile comparten un compás binario de 4/4, lo que facilitaba la incorporación de sus pasos y figuras.

Además, se introdujeron elementos de otros estilos con compás binario: la Polka (2/4), el Pasodoble (2/4), la música de Swing (4/4), la Contradanza (4/4) o el Chotis (4/4), conocido en Cuba como Chotís. Todos estos géneros resultaban altamente compatibles con el ritmo del Son Cubano, también en 4/4.

Pero la creatividad no se detuvo ahí: incluso se incorporaron figuras procedentes de músicas con estructura ternaria, como el Vals y la Mazurka (3/4) y las Jotas españolas (3/4 y 6/8).

Puede que te preguntes cómo es posible que pasos de compás ternario puedan incorporarse a un baile con estructura binaria. ¡Eso parece poco menos que la cuadratura del círculo! Pero la respuesta está en una de las grandes virtudes de los músicos y bailadores cubanos: su capacidad extraordinaria para adaptar influencias extranjeras a su propio lenguaje musical y corporal.

Aunque estilos como el Vals, la Mazurka o la Jota se basan en un patrón ternario, los bailadores de la Rueda de Casino no ejecutaban sus figuras en ese mismo compás. Lo que hacían era extraerlas, reinterpretarlas y adaptarlas al compás binario del Son Cubano. En lugar de bailar 1-2-3, 1-2-3, como en un vals, transformaban los movimientos para encajarlos en estructuras como 1-2-3-4, 5-6-7-8, o lo que es lo mismo, el popular: 1-2-3, pausa, 5-6-7, pausa. Así, mediante cambios en el peso de los pies y ajustes rítmicos, lograban que las figuras encajaran perfectamente.

Es por eso que la Rueda de Casino, tiene genes de todos esos bailes mencionados y seguramente de algunos otros más. Y es precisamente eso lo que la convierte en una modalidad tan rica y tan diversa.

¿Quieres escuchar un vals muy popular adaptado a salsa?

Aquí lo tienes: La versión de Joaquín Sabina “Nos Dieron las 10″, es un Vals, sin embargo Ruby Pérez, la interpreta a tiempo de Salsa.

¿Te apetece bailar el clásico vals “En el Hermoso Danubio Azul” en estilo cha-cha-cha?

Aquí está:

¿Te imaginas bailar en estilo salsa la Quinta Sinfonía de Beethoven?

Continuará…

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