Por Alfonso Martínez
Encuentros con el Baile
He podido comprobar que cuando una persona argumenta no tener ritmo y por eso no poder bailar, no es cierto lo que dice. Detrás de esa razón hay siempre otra más poderosa, de carácter emocional o social y eso es lo que le produce inseguridad sobre sus habilidades. Pero… ¿qué es “ritmo”?
¿Qué es “ritmo”?
La palabra «ritmo» proviene del griego «rhythmós», y significa “fluir”. El filósofo griego Platón lo definía como «movimiento ordenado» bajo el concepto de repetición constante en una medida de tiempo. En la antigua Grecia, se utilizaba para describir un “movimiento regular y medido”, orientado especialmente a la música, la danza y la poesía. En la actualidad este concepto se aplica también a cualquier fenómeno que implique una sucesión regular en el tiempo.
En el contexto del baile, el ritmo se refiere a la organización de los pasos y movimientos en función de un patrón repetitivo alineado con la música. El ritmo es fundamental en el baile porque es lo que guía a los bailarines sobre cuándo realizar cada movimiento o paso, sincronizándose con el compás y el tempo (velocidad) de la música.
En el baile, el ritmo no lo impone el bailarín, sino que lo impone la música. El bailarín, cuando baila, manifiesta un ritmo que ya llevamos en lo más profundo de nuestro interior. Todos poseemos múltiples ritmos internos y el baile nos hace exteriorizarlos.
El ritmo del universo
Todos somos conscientes de las influencias que los cuerpos celestes tienen sobre nosotros: el ritmo de los días y las noches, las fases lunares, el flujo y reflujo de las mareas en los océanos, el cambio de las estaciones.
Todo en el universo es un fascinante reflejo en una amplia variedad de fenómenos naturales y cósmicos, mostrando que hay un orden natural en el cosmos: desde el ritmo de los satélites alrededor del Sol, hasta el minúsculo ritmo que mantienen los electrones girando alrededor de su núcleo en todos los átomos de la materia.
Todo obedece a patrones cíclicos, todo en el universo es ritmo y eso nos incluye también a nosotros. ¡Somos ritmo!
Movimiento rítmico en un átomo
El sabio del Antiguo Egipto, Hermes Trismegisto, autor del libro “La Tabla Esmeralda”, ya decía que «Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo…«. Esto significa que todo sigue un mismo patrón. Todo, desde lo más grande hasta lo más pequeño, refleja ritmo.
Todo se mueve bajo muy diversos ritmos.
El ritmo del ser humano y de la naturaleza
Los humanos tenemos ritmos biológicos, o biorritmos, como la respiración, los latidos del corazón, el ciclo de sueño y vigilia y el ciclo menstrual en las mujeres, entre otros. Todos siguen un patrón rítmico.
En nosotros existen numerosos movimientos y señales eléctricas que nos permiten oír, ver, aprender, pensar, etc., no los sentimos, pero están, funcionan cíclicamente y nos hacen experimentar el cansancio y la actividad, los ritmos en el sistema endocrino o en el cerebro y otras muchas situaciones.
Todo en el ser humano es ritmo, y en la naturaleza también, como la floración y la caída de las hojas en las plantas, o la migración de las aves.
Todo se mueve bajo un orden cíclico.
El ritmo en el baile
El ser humano ha bailado desde tiempos inmemoriales y las formas de danza en el mundo son innumerables. A lo largo de la historia encontramos evidencia de bailes que, en diferentes épocas y lugares, se usaban como rituales de caza, ceremonias religiosas, actos mágicos, expresiones étnicas, preparaciones para la guerra, celebraciones sexuales y eventos sociales, entre otros.
Cada modalidad de danza responde a unos ciclos que el ser humano exterioriza, dependiendo de la motivación, el estado de ánimo, la estación del año, la zona geográfica, etc.
En la antigüedad no era lo mismo una danza después de haber obtenido una buena caza, que una danza para celebrar una fiesta nupcial u otra para invocar a la lluvia. En todas esas situaciones influyen pensamientos distintos, energías distintas que emiten vibraciones diferentes. Todo eso sale de nuestro interior y se manifiesta con movimientos e impulsos (danza) que responden a ritmos distintos, utilizando para ello también, instrumentos de percusión que el humano ha ido diseñando a lo largo de su existencia, por ejemplo: un palo y una cáscara de coco hueca. Y es que el ser humano no solo baila como expresión corporal del ritmo, sino que también crea poesía, música y construye instrumentos musicales para hacer sus propios ritmos.
Desde la antigüedad, el baile se ha ido practicado de muchas formas: en solitario, en grupo, en pareja o separados por sexos. El baile siempre ha sido un lenguaje corporal, una forma de comunicarse entre personas y pueblos. Es una expresión natural de nuestros ritmos internos que necesitan manifestarse hacia afuera.
A lo largo de la historia, las personas han bailado diferentes danzas, que han ido evolucionando, dando lugar a nuevas formas de baile.
En la actualidad, cuando bailamos, conectamos nuestro pensamiento con la música que escuchamos, y es ahí donde surgen diferentes movimientos rítmicos y maneras diferentes de moverse, conocidas como modalidades de baile. En principio diríamos que cada uno podría bailar como quisiera, haciendo lo que realmente sienta.
De hecho, hay escuelas en donde se trabaja la «expresión corporal«, en donde se manifiesta el movimiento libre y espontáneamente, a diferencia de otras disciplinas que responden a unas pautas o reglas técnicas específicas, en las que se establecen unos pasos básicos, combinaciones de pasos más avanzados y altos niveles de ejecución que van siempre acordes con esa modalidad de música.
Eso hace que cada modalidad tenga sus propias características rítmicas, por ejemplo, el tango, la salsa, el rock and roll o el vals. Según la zona geográfica los bailes han podido evolucionar de distinta manera y se pueden bailar de forma diferente, también porque las músicas introducen matices en su proceso evolutivo. Así, por ejemplo, la música de swing, un subgénero del jazz, ha dado lugar a diversas modalidades de baile, y una misma composición musical se podría bailar como: charleston, lindy hop, balboa, boogie-woogie, fox trot, slow fox, quick step, jive, rock and roll, east coast swing, west coast swing, jitterbug y muchos otros, hasta llegar a la variación de swing, modalidad que casi únicamente se baila en Madrid.
¿Por qué piensas que “no tienes ritmo”?
El baile de salón es una actividad social que ofrece numerosos beneficios (1) y esto hace que muchas personas quieran aprender a bailar. Sin embargo, hay otras muchas a las que les gustaría aprender a bailar, pero no se deciden porque piensan o dicen que no tienen ritmo.
En general, cuando una persona argumenta no tener ritmo para no aprender a bailar, no es cierto. Siempre hay una razón más poderosa de carácter emocional o social que le produce inseguridad o ansiedad sobre sus habilidades.
A continuación te hablamos de esas barreras y cómo superarlas.
Inseguridad personal
La falta de confianza en uno mismo puede hacer que las personas se sientan expuestas al bailar. Temen ser juzgadas por los demás y no quieren hacer el ridículo. El miedo a ser criticado puede ser un obstáculo importante para quienes sienten que no tienen ritmo. En el baile de salón nadie ha nacido sabiendo bailar.
Todas las personas que bailan, absolutamente todas, hemos aprendido en algún momento y seguimos aprendiendo cada día.
Autoexigencia
Algunas personas piensan que para bailar bien se necesita una habilidad técnica específica o una coordinación perfecta. Si no cumplen con sus propias expectativas, prefieren no intentarlo. Se comparan con otras personas, en vez de compararse consigo mismas y sienten que no están a la altura.
Estamos hablando de baile de salón social, que está al alcance de todos quienes quieren disfrutar del baile. Si lo que quieres es participar en el mundo de las competiciones de baile, entonces sí debes exigirte a ti mismo al máximo.
Experiencias previas negativas
Si alguien ha tenido una experiencia previa en la que sintió que no bailó bien o recibió comentarios negativos, puede desarrollar una aversión al baile. Estas experiencias pueden marcar a la persona y hacer que evite situaciones similares en el futuro.
Siempre recomendamos a acudas a clases con profesores cualificados y bien formados. No es bueno que un ciego conduzca a otro ciego, porque terminarán cayendo los dos.
Percepción del ritmo
Es cierto que no todas las personas tienen la misma percepción del ritmo. Algunas pueden tener dificultades para sincronizarse con la música, lo que les hace sentir que no pueden seguir el ritmo y, por lo tanto, evitan bailar.
La ventaja es que la percepción del ritmo es algo que se aprende mientras se aprende a bailar. Unos buenos profesores de baile deben enseñarte a entender la música.
Presión social
En algunos contextos sociales, bailar puede percibirse como algo competitivo o un acto de exhibición. Si una persona no se siente preparada o capaz de cumplir con estas expectativas, puede preferir no participar.
Dentro del contexto del baile de salón social esta presión no existe y nadie te va a presionar, así que no te la impongas tú mismo. No se trata de exhibirse, sino de disfrutar bailando.
Falta de práctica
Bailar es una habilidad que se desarrolla con la práctica. No hay otra manera. Si alguien no ha tenido muchas oportunidades de bailar, es posible que sienta que no tiene ritmo simplemente porque no ha practicado lo suficiente.
En la disciplina del baile de salón, no es bueno solamente acudir a las clases, sino que es muy conveniente salir a practicar, sobre todo con los compañeros de clase.
Miedo escénico
Para algunas personas, estar en situaciones sociales como el baile de salón, puede generar ansiedad. Bailar con público delante puede aumentar esa ansiedad, sobre todo si además sienten que no son buenos para ello.
Este problema se supera tan pronto como se adquiere la formación adecuada. Sal a bailar con tus compañeros de clase.
Influencias culturales
En algunas culturas, el baile es una actividad que se practica desde temprana edad y se valora muy bien. En otras, puede estar asociado a estereotipos culturales antiguos y pecaminosos. Este es un desafío emocional y cultural.
Para superar estas influencias hay que ser consciente de que el baile es una actividad social muy beneficiosa (1) y puede ser suficiente con adquirir conocimiento sobre la historia de la evolución del baile en la humanidad.
A muchas personas el baile nos ha cambiado la vida a bien y basta con comprender que en el baile de salón social no se necesita ser perfecto para disfrutar. De hecho, nadie es perfecto.
Si estás en una de estas situaciones, busca una buena escuela de baile, con profesores cualificados y lánzate al baile de salón. Verás cuánto se puede llegar a disfrutar y que no es tan complicado superar esas barreras.
Enlaces de interés
(1) Grandes beneficios del Baile de Salón, https://encuentrosconelbaile.com/beneficios-baile-salon
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